Octubre 15, 2008
David J. Enríquez
Contemplación.
Fin de la belleza como concepto.
Te atrapas en tus ojos de rímel
como al sacarle filo a una daga;
miras en el espejo
tus labios recién pulidos
y no hay brisa que te levante,
ni hongo que te suprima.
Me escuchas decir desde el suelo
“ya no siento ni la fiebre”.
Sabes que venderé tus risas,
que comeré de ellas.
Pasas sin verme.
¡Ja!
Tú lo sabes todo…
¿Qué puedo enseñarte,
a no desangrarte
en el laberinto de agujas?
Ponlas todas en tu rostro,
hiérelo, irrítalo de ti.
Quizá si arde un poco
tengamos algo en común.
Quizá si hay algo en común…
Sí.
Aun respiras sobre mis poros
y creces
en tu infinidad de tinta
hecha rosas.
He de sacarme los ojos.
Tallar mi cerebro con clavos;
abrirme el cráneo
para fusilarte.
Con tu permiso…
viernes, 9 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario